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El cielo por sábanas...un mundo y mucha gente por descubrir

viernes, 13 de mayo de 2011

Clavos en la reja....








Hubo una vez un niño que tenía muy mal genio.
Su padre le regaló una caja de clavos y le dijo que cada vez  que perdiera el control tenía que clavar un clavo en la parte trasera de la reja de madera.



El primer día el niño había clavado 37 clavos en la reja.
Durante las próximas semanas,
como había aprendido a controlar su rabia,
la cantidad de clavos comenzó a disminuir diariamente.
Descubrió que eras más fácil controlar su temperamento que
clavar los clavos en la reja.


Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos.
Le contó a su padre sobre esto y su padre
le sugirió que por cada día que se pudiera controlar
Sacara un clavo



Los días transcurrieron y el niño finalmente
le pudo contar a su padre que había sacado
todos los clavos



El padre tomó a su hijo de la mano
y lo llevó hasta la reja. Le dijo: "Has hecho bien,
hijo mío, pero mira los hoyos en la reja.
La reja nunca volverá a ser la misma.
Cuando dices cosas con rabia,
dejan una cicatriz igual que ésta.
Le puedes clavar un cuchillo a un hombre
y luego sacárselo. Pero no importa cuántas
veces le pidas perdón, la herida siempre seguirá ahí"
Una herida verbal es tan dañina como una física.
Recuerda que los amigos son joyas muy escasas.
Te hacen reir y alentarte para que progreses; te prestan
un oído, comparten palabras de aprecio y siempre
quieren abrirnos su corazón


TÚ ERES MI AMIGO Y ME SIENTO HONRADO


PERDÓNAME, POR FAVOR, SI ALGUNA VEZ HE DEJADO UN “AGUJERO” EN TU REJA........Sonrie......anda.....solo un poquitín.

sábado, 26 de febrero de 2011

El secreto



















"El secreto del éxito en la vida del hombre consiste en estar dispuesto para aprovechar la ocasión que se le depare." Benjamín Disraeli”.

Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.
Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias.
El alumno dijo al profesor: Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.
Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres.
Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.
Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo.
Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar.
Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda.
Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.
El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas.
Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma?
El joven respondió: Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir.
Sonrie...por fa...